Oraciones y Reflexiones del Padre



Cuanto llevo conmigo,
lo que soporto,
lo que hablo y lo que arriesgo,
lo que pienso y lo que amo,
los méritos que obtengo,
lo que voy guiando y conquistando,
lo que me hace sufrir,
lo que me alegra,
cuanto soy y cuanto tengo
te lo entrego como un regalo de amor
a la fuente santa de gracias,
que desde el Santuario brota cristalina
para penetrar el alma
de quienes a Schoenstatt han dado su corazón,
y encaminar bondadosamente hasta allí
a los que, por misericordia, tu quieras escoger;
y para que fructifiquen las obras
que consagramos a la Santísima Trinidad.

P. José Kentenich
HACIA EL PADRE





En el hombre existe una anhelo natural por llegar a Dios que está íntimamente ligado a su naturaleza, aún después del pecado original. Este anhelo, como la naturaleza misma, puede desviarse pero no se puede aniquilar. Por eso Bonaventura decía: " El bien supremo obra tan poderosamente en nosotros que, únicamente en virtud del anhelo por llegar a Dios, podemos amar a todas las cosas ". Hilario decía: " Ir siempre en busca de El es tan propio de tí, como es para El estar en todas partes. Ante esto nuestra boca puede enmudecer, pero nuestra naturaleza jamás calla". Nuestra naturaleza busca, anhela y hasta clama constantemente por aquello que expresa San Agustín cuando pone en nuestros labios la típica frase: " Oh, Dios, Tú creaste nuestro corazón para Ti e inquieto estará hasta que descanse en Ti ".



Bonaventura  expresaba: " La cercanía de Dios, escondido en nuestro corazón, es el poder que nos vincula secretamente a El y desde lo más profundo de nuestro ser liga a El las ansias de nuestro corazón, no importa si  en forma abierta u oculta "  En relación con esto San Pablo dice:"En El vivimos, nos movemos y somos"                                                                                                                            ( Hechos (Hechos 17,28)


El anhelo por llegar a Dios surge de tres fuentes,como de un gran manantial:la cercanía de Dios a nuestro ser, el hecho de que nosotros mismos representemos una idea original de Dios, y el ser, como personas, su imagen natural.


Por ser su imagen natural, el hombre depende del Tú Divino; más aún dependerá en tanto sea su imagen sobrenatural, a semejanza del Dios Trino. El salmista pregunta a Dios:"¿Qué es el hombre para que de él te acuerdes? (Salmo 8,5). La respuesta es: el hombre es el ser que dice Yo y Tú; que ansía dar y recibir amor; que quiere ser aceptado, aprobado y utilizado por Dios, y que debe mirarlo amorosamente para no marchitarse.


Jamás tendremos motivo suficiente para quejarnos de un aislamiento insoportable pues Dios Trino está siempre en nosotros, actuando como nuestro divino aliado de amor, no simplemente como en los demás creaturas sino íntima y vivamente, en virtud de la gracia. Esta coexistencia con el divino aliado de amor, y por El y en El, con el aliado humano, es propia del hombre íntegro, tal como Dios lo concibió.
Nunca nos compenetraremos lo suficiente con esta verdad: la gracia, como estado sobrenatural, no sólo nos hace ontológicamente semejantes a la Sma. Trinidad, sino también nos une ontológicamente a Ella de un modo íntimo.
A propósito y conscientemente digo que estamos unidos ontológicamente a la Sma. Trinidad, de allí se deduce, sin lugar a dudas, que también debemos cultivar la unión con Ella en nuestra vida y en nuestro pensamiento.

Tú y tu  Dios
Reflexiones del Padre José Kentenich sobre la oración